viernes, 8 de septiembre de 2017

El análisis de la escritora estadounidense Susan Sontag en su libro “Sobre la fotografía”, explora la distancia que hay entre la realidad humana, cultural, artística y nuestra interpretación de esa realidad.
Sontag nos presenta una analogía sobre las cavernas de Platón y menciona que gracias a la avidez de la mirada fotográfica las condiciones del confinamiento en la caverna cambian ahora a nuestro mundo, pues la fotografía muestra nuevos panoramas a través de códigos visuales que nos permiten decidir qué es lo que queremos observar.
“Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado” dice Sontag explicando que la fotografía le da un sentido de posesión de una serie de imágenes al que captura y a su vez le otorga poder al mismo sujeto.
La autora te invita a reflexionar sobre la evolución de la fotografía que ha moldeado nuestra percepción de la realidad y a su vez critica una sociedad consumista de imágenes.
La fotografía tiene el poder de manipular a la sociedad (si se usa con esa intención), el ser humano ha tenido la necesidad de dejar su huella en los lugares a los que va. Desde la invención de la cámara, la fotografía ha sufrido una serie grandes de trasformaciones tanto tecnológicamente como ideológicamente.
Gracias a la fotografía, a lo largo de los años, se han sobresaturado de imágenes las calles, los medios de comunicación masivos y todos los medios publicitarios existentes, formando así una sociedad llena de estereotipos y prejuicios.
Mirar la cámara como una herramienta o un arma depende de su intención, depende de su presa y depende del contexto, solo basta con hacer sonar un ¡clik! para capturar experiencias, sucesos, o para comprobarle a la gente que estuviste en algún lugar.
Es interesante detenernos a hacer un análisis sobre el eslogan de Kodak (menciona que tú dispares y la cámara hace el resto), este mensaje implícito para atraer más clientela, es manipuladora e invita a los fotógrafos a dejar de manejar su cámara para tener un trabajo más “cómodo”.
Las fotografías así como las pinturas son realidades pequeñas, una interpretación del mundo real, sin embargo la fotografía parece ser la interpretación menos engañosa, la más apegada a lo real que el resto de las artes.
La neoyorkina define la fotografía como una reproducción a escala del mundo real, a pesar de ello también se puede manipular la imagen, a medida que se va retocando la imagen más engañosa se vuelve.
Para Sontag seguimos dentro de la caverna construyendo una “realidad” social, premisa que argumento con el psicólogo ruso Lev Vigotsky que nos habla de que el constructivismo es un conocimiento previo que da nacimiento a un nuevo conocimiento.
Es decir, una persona que aprende algo nuevo, lo incorpora a sus experiencias previas y a sus propias estructuras mentales.
Cada nueva información es asimilada y depositada en una red de conocimientos y experiencias que existen previamente en el sujeto, como resultado podemos decir que el aprendizaje no es ni pasivo ni objetivo, por el contrario es un proceso subjetivo que cada persona va modificando constantemente a la luz de sus experiencias.
La fotografía puede ser testimonio de un acontecimiento determinado, sin embargo, puede distorsionar la imagen y seguir atestiguando ese suceso.
 La fotografía alude al pasado  y al futuro únicamente si dichos momentos existieron en algún presente.
Éste es capaz de moldear, modelar, influir, comunicar, impactar, afectar y muchos otros verbos más por su capacidad de plasmar su presente y por tanto, afectar la percepción general de ese presente basada en su propia percepción del presente.
Esta es, como ninguna otra, una época dedicada a la comunicación y la cultura visual. Nunca antes había sido tan importante ni tan detallado el proceso de construcción de nuestra identidad mediante imágenes. A pesar de ello, reproducimos fotografías que ya no son la traducción de la luz sobre un soporte de papel, sino códigos programados que flotan en nuestros bolsillos, imágenes que no existen realmente aunque haya tantas.
Uno de los principales objetos de estudio para Sontag es la estética, en uno de sus ensayos que escribió para la revista Vogue, menciona que los griegos son los principales responsables de manejar este concepto de belleza interior y exterior.
Muchos fotógrafos tenían como objeto de estudio la belleza como Walt Whitman quien mencionaba que el mundo era una unificación, todos somos iguales. Por otro lado la fotógrafa Diane Arbus  expone que difiere con lo que Whitman retrata, y propone que la estética no siempre se encuentra en una clase social y que hay otro tipo de sociedades en las que no todos somos iguales. Arbus fotografió una serie de personas que poseían una deformidad y que cualquier otra persona jamás hubiese encontrado lo estético en ellas.

La cámara es una extensión del ojo humano que interpreta el mundo exterior y sugiere diversas estéticas, es un tipo de comunicación y puede mostrar fragmentos de vida del pasado, sin embargo, la fotografía es cada vez más manipulada, según Sontag la fotografía se ha encargado de convertir en sombra a la realidad.