Las derivas no solo son aquellas líneas imaginarias que haces en el trayecto de un lugar a otro, no todas las derivas significan un esfuerzo físico, también existen derivas mentales, la realidad esta llena de derivas.
Vaciando mi memoria voy recopilando pedacitos de mi pequeña
deriva, me pongo memoriosa y recupero distintos fragmentos difusos de mi
mañana, recuerdo que al levantarme lo primero que vino a mi mente fue lo
incomodo de esa salida, con alguien desconocido y a la vez con otra persona que
me cuidaría, a pesar del escenario borroso en mi mente, logre volver a sentir
esa inquietud que sentía al pensar que haría una deriva, la idea de vagar por
un lugar desconocido, lo desconocido da miedo, pensaba. Al despertar divagando
sobre lo desconocido, no me di cuenta que mi deriva ya había empezado. Desperté
temprano, desayuné, hice una selección de lo que podría necesitar y comencé
poco a poco a planear mi salida, como haría mi deriva, que elementos usaría, la
planeación es uno de mis principales errores, me pregunto ¿por qué tengo tanto
miedo a lo desconocido? Tal vez las personas planeamos tanto las cosas por
seguridad.
Revise la hora y me di cuenta de que mi compañero Sebastian
llegaría tarde, decidida preferí salir y llegar a la hora en la que habíamos quedado,
mis padres me dejaron en el metro y posteriormente me encontré con Rafael mi
acompañante, entre platicas y otras cosas miraba las estaciones y recordaba
anécdotas que había pasado en cada estación. salimos al punto de encuentro una
hora antes de que llegara Sebastian y así que decidimos jugar un poco en el
espacio que si bien y ya era conocido, jamás lo había recorrido con los ojos
cerrados, tomando una libreta comencé a dibujar y a pensar mientras dibujaba
que en realidad mi deriva no fue en Coyoacán, la ironía de salir a hacer una
deriva no era nada comparada con la deriva de mi vida pues toda ella se ha
basado en el azar, la vida misma es una constante deriva, algo muy similar como
los happening de Kaprow con la cotidianidad que al final lo cotidiano se vuelve
algo relativo porque nunca pasan dos cosas de la misma forma, siempre hay
variaciones que no esperamos, concluimos nuestros días de diferentes maneras,
la “dicotomía” entre lo cotidiano y el azar es relativa, tal vez no son tan
diferentes como lo pensamos, pienso en el acto performático en los mercados del
estado de México que describe Sol Henaro en su libro sobre Melquiades Herrera,
pues su obra se centraba en el azar, y al mismo tiempo reflejaba lo cotidiano.
Reflexioné: para mí la vida ha sido una total incertidumbre,
desde mis relaciones de noviazgo que han resultado en diversas situaciones,
hasta el día en que mis padres enfermaron y no sabíamos que pasaría con nuestra
familia, recuerdo la incertidumbre de esa terrible constante que recorreríamos.
Recuerdo la incertidumbre que sentí al dejar mi carrera trunca
y el trabajo prometedor de una vida económicamente segura, la deriva que
recorrí con mi familia, la sociedad, y conmigo misma. Pienso que no
necesariamente falta buscar un lugar para hacer una deriva, pues el azar se
encuentra en gran medida en la vida misma, en la cotidianidad.